Vivir Fuerteventura es también dejar que los sentidos se saturen de las
sensaciones que ofrece refugiarse en calidos y acogedores alojamientos rurales,
de recorrer senderos y hacer excursiones a pie, paladear nuestras carnes, los
licores y los quesos que heredamos de los antiguos pobladores de la isla, de
deslizar las manos por calados primorosos o por cerámicas que respiran
tradición.